viernes, 4 de diciembre de 2015

Jack El Perezoso y la Casa Encantada

   Un día Jack el Perezoso escuchó a su compañero de piso hablar con sus amigos sobre la casa en la que vivían. Afirmaba y reafirmaba que la casa estaba encantada, que ocurrían cosas paranormales y que tenía miedo. Que los objetos volaban, que los libros pasaban sus páginas solos, que aparecía la comida tirada por el suelo, que el teclado con el que practicaba canciones de Adele sonaba solo e incluso se atrevía a decir que sentía la presencia de alguien a su alrededor. Así que Jack se puso a investigar.

   Muy concentrado, con el ceño muy fruncido y una mano en la barbilla, se acercó a la estantería donde estaban colocados los libros y cómics de su compañero de piso. Se quedó mirando atentamente los libros, esperando que en algún momento no aguantaran más e hicieran algún movimiento.
   Pasó media hora y ahí no ocurrió nada, así que Jack salió de la habitación y al poco rato asomó la cabeza para ver si algún libro se había movido. Pero nada, así que cogió un cómic y se sentó en el sofá a leerlo tranquilamente. Seguramente todo eran imaginaciones de su amigo.
   Al mediodía fue a la cocina a preparar unos sándwiches para él y su compañero, pero no pudo esperar y antes de que él viniera se los comió todos. Los sándwiches y todo lo que había en la nevera, eso de que hubiera alguien merodeando por la casa le había dado ansiedad. Aunque en realidad, entre tú y yo, le gusta comer porque si. A quién no le gusta comer.

   Después de una pequeña siesta encima de la mesa de la cocina fregó los cacharros, los guardó en el armario y fue a ver qué pasaba con el teclado.

   Su compañero de piso estaba viendo la televisión y el teclado lo tenía en una mesita detrás del sillón así que procuró hacer el menor ruido posible para no molestarle. Otra vez, miró atentamente el teclado para ver si hacía algún movimiento o algún ruido. Se acercó a él, lo inspeccionó por todos lados y se quedó bien callado escuchando muy cerca de las teclas para ver si se oía algo. Pero nada.
   Al mirar las partituras se le resbaló una de las manos que cayó encima de los botones. Sin querer pulsó uno al recogerla y comenzó a sonar la base de Someone like you, lo que hizo que su compañero de piso se girara y viera a Jack intentando parar la canción tocando teclas aleatorias.

   La cara de su amigo se puso blanca como la pared y echó a correr abriendo la puerta de golpe.
Jack se quedó impresionado por la prisa que tenía su amigo de repente y tras cerrar la puerta con cuidado le dio al botoncito donde ponía OFF y se tumbó a ver la tele sabiendo que seguramente todo habrían sido imaginaciones de su compañero de piso.

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