Son las seis en punto de la tarde cuando María llega a casa de los Bishop en su Smart rojo.
Hace un calor horrible, así que mientras va hacia la puerta se da aire con un abanico negro.
Está tan nerviosa que respira profundamente dos veces antes de tocar el timbre, que suena tanto que le asusta.
Hay un jardín precioso enfrente de la casa con una fuente de mármol blanca y flores de todo tipo.
-¿Quién es usted? -Una joven abrió la puerta y limpiándose las manos en el mandil.
-Me llamo María. Vengo por lo de la entrevista.
-¡Oh si, claro! ¡Pase pase, por favor!
La mujer dejó pasar a María que no podía parar de mirar a todos lados. Había cuadros, estatuas; las paredes eran de un blanco que deslumbraban y una alfombra roja cruzaba todo el pasillo hasta una habitación cuya puerta era un majestuoso arco de madera.
María estaba asombrada. Era la casa más lujosa y elegante que había visto nunca y eso que sólo había visto el pasillo de la entrada.
-¡La señora está en la sala! -Dijo la empleada con una sonrisa tan grande que mostraba todos y cada uno de sus dientes. Sin parar de dar pequeños botes en el sitio, parecía estar más nerviosa que la propia María. Eso o que tenía que ir urgentemente al baño.
-La verdad es que estoy un poco nerviosa.
-Nada, nada. No hay motivos para estar nerviosa.
Cogió a María de las manos y la miró a los ojos -Yo confío en ti. Todo va a ir bien, ya lo verás.
Cogió a María de las manos y la miró a los ojos -Yo confío en ti. Todo va a ir bien, ya lo verás.
La cara de María era un poema; pensaba que la pobre chica tendría algún problema en la cabeza porque ese entusiasmo así porque si no lo veía ni medio normal.
-Eso espero.
María fue hacia la habitación que le indicó la chica y no pudo evitar abrir la boca.
Era una sala con las paredes y el suelo de madera oscura, con estanterías hasta el techo llenas de libros.
Había una chimenea en una esquina de la sala y un piano justo en el medio. A través de las ventanas entraba una luz que iluminaba toda la habitación y de cara a ellas un sofá enorme con dos sillones para dos o tres personas a los lados.
En el sofá grande había una mujer sentada que en cuanto oyó entrar a María se dio la vuelta y apoyando los codos en el sofá y la cara en las manos gritó:
-¡Hola María! -Agitó la mano para saludarla. -Ven aquí ¡Vamos, vamos, vamos! -Dando tres golpes en el sofá.
-Buenos días -Dijo María sentándose con cuidado.
-Soy Lorena Bishop. -Le estrechó la mano tan fuerte que casi la vuelve a levantar del sitio. -Vienes por lo de limpiar y todo eso...-Empezó a buscar entre los papeles de una carpeta azul.
-Si, llamé por el anuncio que...-Lorena sacó uno de los papeles y un boli de algún sitio del que María no se dio ni cuenta.
-Voy a hajerte unaj pgeguntaj, ejpego que no te molejte -Tenía la tapa del boli en la boca y no se le entendía nada.
-¿Uhm?
-Oh -Escupió la tapa del boli. -Voy a hacerte unas preguntillas y tal.
-Claro. -María no paraba de rascarse las rodillas de los nervios.
Lorena Bishop subió las piernas al sofá y de repente, como si le hubieran dado al botón de pausa, se quedó quieta y empezó a mirar a María con los ojos entrecerrados y la boca abierta.
-¿Señora?...¿Señora Bishop? -María no sabía que hacer y se puso muchísimo más nerviosa. Iba a darle unos toquecitos en el hombro cuando Lorena sacó la lengua, mojó sus labios y siguió como si no hubiera pasado nada.
-Vale, a ver. Son tres preguntas, no tienen nada de relevancia, es solo papeleo. A mi marido le gusta tener todo apuntado y, en fin. Hombres. Bueno, vamos a por la...¡Primera pregunta! -La señora Bishop puso voz de presentador de concursos y María ya daba por sentado que allí no encontraría a nadie en su sano juicio. Hablaría con el señor Bishop por si tuviera que tener algún tipo de cuidado especial con esa gente. Él sabría qué hacer.
La señora Bishop levantó una ceja y preguntó:
-¿Quieres vivir aquí?
-Eh...Tienen...Am...Tienen una casa muy bonita, su casa es muy bonita, de verdad, pero...Pero yo tengo mi casa y no me supone ningún problema venir aquí. Tengo coche. Es chiquitito pero para mi es suficiente, es... -Lorena escribía tan rápido que parecía que iba a romper la hoja.
-Ya, vale...eh...Segunda pregunta, ¿preparada? Va, redoble de tambores - Empezó a hacer el ruido con la boca y escupía hacia todos lados -¿Tienes familia?
María miró fijamente al suelo y con un hilo de voz respondió:
-No.
Lorena sonrió y lo escribió en la hoja.
-Perfecto...Y ahora la última pregunta. ¡La última pregunta! ¡The last question! ¡La última pero no por ello menos importante! ¡La última ultimísima pregunta! -Hizo el sonido de una trompeta. -¿Eres hematofóbica?
-Hema ¿qué?
-Que si te da cosa la sangre. Asquito, reparo. Ugg. Yuyu.
-Mmm...Que yo sepa no.
-¡Pues coooooooontratada! ¡Enhorabuena! ¡Ha pasado usted el test "Sergei Bishop"! Es oficialmente empleada del hogar. ¿No está contenta?
María había empezado a arrepentirse de haberse presentado en esa casa desde la primera pregunta, pero el dinero es el dinero.
-Si, muchísimas gracias.
Alguien entró en la casa y cerró con tal portazo que hizo mirar a las dos hacia el pasillo.
-¡Cariño ya tenemos asistenta! Ya verás le vas a caer genial.
Lorena la cogió de la mano y fueron hacia el pasillo. Allí había un hombre con la cara sucia y ensangrentada que casi ni se tenía en pie. María miró a la señora Bishop buscando algún tipo de explicación pero ella tenía en la cara una sonrisa de oreja a oreja y apretó su mano dos veces.
Al parecer todos estaban entusiasmados con la idea de tener una asistenta en casa.
Lorena la cogió de la mano y fueron hacia el pasillo. Allí había un hombre con la cara sucia y ensangrentada que casi ni se tenía en pie. María miró a la señora Bishop buscando algún tipo de explicación pero ella tenía en la cara una sonrisa de oreja a oreja y apretó su mano dos veces.
Al parecer todos estaban entusiasmados con la idea de tener una asistenta en casa.
El hombre se quitó el abrigo y el sombrero y los tiró en la alfombra, dejando ver que no sólo era la cara, sino todo el cuerpo el que estaba lleno de sangre, arañazos y golpes.
-Se llama María -Lorena no podía ocultar lo contenta que estaba de no tener que limpiar ella la alfombra y se fue al salón de nuevo, dejando a María muerta de miedo ante Sergei Bishop.
Tiró dos pistolas al suelo y dos cuchillos.
-Encantado María. Comienzas el lunes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario