Es la hora de que el pequeño Dani se vaya a la cama así que se pone el pijama, enciende una pequeña lamparita que hace que el techo se llene de estrellitas y se tapa con las sábanas hasta la cabeza.
-¿Dónde está el pequeño terrícola? -Se pregunta su madre mientras se rasca la cabeza y Dani se ríe escondido agarrándose con fuerza a las sábanas. -¿Estará...por aquí? -Le coge de un pie que asomaba por fuera de la cama y el pequeño se muere de risa.
-Toma, no querrás dejar al conejito fuera de la nave espacial ¿verdad?
-No es un conejito, es el Comandante Orejas. -Dani abraza su peluche con fuerza y su madre le pasa la mano por el pelo.
-Pues el Comandante Orejas y tú os tenéis que dormir que ya es tarde cariño. -Le da un beso en la frente al pequeño y al peluche.
-Pero no tengo sueño. -Cuando la madre va a cerrar la puerta de la habitación, Dani se sienta en la cama y la mira haciendo pucheros.
La puerta del armario se abre con la corriente y la madre va a cerrarla.
-Pues...¡Ya sé! Puedes repasar las tablas de multiplicar con el Comandante y con lo aburrido que es seguro que os dormís enseguida.
El pequeño Dani se vuelve a meter en la cama y le lanza un beso a su madre que le sonríe y cierra la puerta de la habitación. -Buenas noches.
-A ver Comandante, parece difícil pero es muy fácil. La más fácil es la tabla del dos y la del cinco y la del nueve porque tiene un truco que me ha enseñado papá. -Sentó al peluche en la barriga y empezó a recitar las tablas de multiplicar.
Iba por la tabla del siete cuando comenzó a bostezar sin parar.
-Siete por una siete, siete por dos catorce, siete por tres veintiuno, siete por cuatro son...veintiocho.
La puerta del armario comenzó a abrirse lentamente de nuevo.
-Siete por cinco treinta y cinco, siete por seis... -El pequeño Dani se acomodó en la cama, abrazó a su peluche y mirando medio dormido hacia el armario preguntó en un susurro:
-¿Cuánto es siete por seis?
Cerró los ojos y algo desde dentro del armario le contestó.
-Cuarenta y dos.
-Cuarenta y dos.
El pequeño Dani sonrió y respondió con el dedo pulgar metido en la boca.
-Gracias.
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