domingo, 25 de septiembre de 2016

4. Cáscaras de pipas



La reina del árbol cogió a Malika del cuello y la levantó del suelo.
-Bueno, bueno ¿qué modales son esos? –No paraban de salir hormigas del suelo dispuestas a comenzar una batalla. –¿Dónde se ha visto que maten a sangre fría a sus invitados sin opción a un sano y formal parlamento, um? Oh, espera.
Las soldados del árbol rieron y las del suelo alzaron el pecho.
-Me temo que aquellas que mandaste a mi casa no venían con muy buenas intenciones, pero no estoy enfadada, al contrario. De hecho creo que debería agradecértelo. Como sabrás, mi familia y yo nos acabamos de instalar en ese arbolito de allí y no nos ha dado tiempo a explorar y andamos escasos de comida. Así que muchas gracias, princesita.
Las antenas de Malika comenzaron a temblar.
-Oh, la princesa está triste –se dirigió a su grupo- ¿Qué tendrá la princesa? Los suspiros se escapan de sus pinzas de fresa…
La reina del árbol aún la tenía agarrada por el cuello y las soldados del suelo se iban acercando poco a poco a ellas.
-Pobrecita princesita. Oh, no nos han presentado todavía, qué modales – dijo mirando a Lasalle que estaba detrás de Malika a punto de saltar sobre la reina del árbol. –Mi nombre es Kai ¿quién eres tú, um?
-M…Malika –contestó como pudo.
-Malika, Malika, princesa Malika, encantada de conocerte –la movió hacia arriba y abajo como si se hubieran estrechado la mano –Tengo una proposición que hacerte.
Kai dejó delicadamente a Malika en el suelo y le dio unos toquecitos con las antenas en la cabeza. –Supongo que si te dejo en el suelo tus amigas dejarán de mirarme como si fuera una enorme cucaracha a la que vayan a despedazar de un momento a otro ¿no crees?
Malika movió una antena y las hormigas pararon de avanzar.
-Bien –Kai estiró sus patas delanteras y bostezó –Ha sido un largo viaje, bueno a lo que iba. Puedo ver que vives en un agujero y que todas las pequeñas que hay aquí no son ni la décima parte de la totalidad de tu pandilla ahí escondida. Así que estoy dispuesta a hacer un trato contigo y por lo tanto con toda la comunidad.
-¿Qué quieres?
-Llámame suspicaz pero creo que no os caemos muy bien –sonrió – y me parece mal porque somos unas pobres hormigas que solo quieren un lugar para vivir. Todas somos hormigas, somos familia, somos iguales. Tenemos un objetivo común.
Lasalle miró preocupado a Malika que escuchaba cada palabra con atención. Si el trato era bueno quizá no tendrían que luchar, no se sacrificaría ninguna hormiga más.
-Propongo una alianza. Apoyarnos las unas a las otras como iguales que somos. Seríamos más fuertes, más numerosas, no habría insecto que se atreviera a contrariarnos ni a atacarnos. ¿Qué me dices?
Era perfecto, no solo no habría que luchar, si no que serían más poderosas que nunca. Malika contenta miró a Lasalle. Éste negó con la cabeza.
¿Por qué no aceptar? Ya no tendrían que vivir solo en el agujero del hormiguero, podrían expandirse por el parque acompañadas del hormiguero del árbol. Los insectos ya no serían un problema, el hormiguero del árbol era más fuerte que el suyo y podría ocuparse de ellos. La comida no sería un problema porque el hormiguero del árbol era más numeroso y podrían explorar más sitios.
-Qué pasa… ¿Qué pasa si no queremos esa alianza?
Kai se acercó a ella y le acarició una antena –Es muy sencillo princesa. Os destruiremos.
Malika alzó el pecho y abrió sus mandíbulas.
-Te dejo pensártelo hasta que haya luz en el cielo de nuevo. –Le dio unos toquecitos en la cabeza y se fue seguida de las soldados. -¡Buenas noches princesa!

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